Cosas diferentes

 

Tengo un nuevo libro entre mis manos. 
No sé aun si terminará en la lista de espera de los títulos que empiezo y luego voy postergando. Son muchos los que aguardan por un mejor momento personal. A todos les digo que si pero en el fondo les miento. Continúo raudo hacia otros y otros y otros libros que van llamando mi atención. No soy continuo. No soy serio en este aspecto. Leo impunemente, con voraz apetito, frotando mis manos y con una sonrisa nerviosa en los labios. 
Sin embargo, el libro del cual les hablo tiene un par de elementos que lo hacen distinto de los demás. Se titula «Las batallas en el desierto» (Tusquets), del poeta José Emilio Pacheco. Obra reconocida y largamente vendida en todo el mundo. Es un ejemplar pequeño que tiene en su portada la fotografía de un barrendero en Ciudad de México. 
Hablaba de lo especial. Pacheco da inicio a la novela con una bella cita de L.P. Hartley, tomada de «The Go-Between»que dice: «The past is a foreing country. They do things differently there». Que podría traducirse como: «El pasado es un país extranjero. Allí hacen las cosas de una manera diferente».
Luego el libro comienza así: «Me acuerdo, no me acuerdo: ¿qué año era aquél?».
Desde entonces, es decir, desde hace un par de días, «Las batallas en el desierto» y yo, vamos por el mismo camino, ocupamos las mismas mesas en los bares y nos dormimos a la misma hora. ¿Es buena la novela?, diré que me gusta. Prefiero que otros establezcan los parámetros de su calidad.
Me gusta su aproximación. El vínculo que se va formando entre personaje y lector. La energía con la que que convoca tu atención. Hay algo en el texto que me refiere. Y, acaso de un modo muchísimo más misterioso, existe algo en mi que una vez refirió al nacimiento del texto. Que es como decir que yo también vengo del pasado.
Uno nunca sabe. Por el contrario a lo que dicta el sentido común, tiendo a suponer, como Drexler, que todo es más complejo de lo que parece.
A veces, ya muy tarde y en ese estado que no podemos definir como conciencia ni tampoco como sueño, comienzo a escuchar el funcionamiento de otro mundo. La maquinaria rumiante de una realidad ajena. No soy capaz de ver que sucede del otro lado del espejo. Mis ojos permanecen cerrados. El sonido llega fuerte y claro. Un perro hace sonar su lengua y lo siento a centímetros de mi cara. Alguien abre una puerta o mueve sillas en un imaginario cuarto que no logro distinguir. Pero todo esto sucede, puedo jurarlo.
Es posible que mi afición por las letras y las películas me estén jugando una mala pasada. La vida tal cual la conocemos ya tiene sus historias y supongo que sumergirse en los libros es una manera de saturarse.
La primera hoja de un libro es también el primer acercamiento a un universo desconocido. Su escena interior, la que atesoran sus páginas, deja de permanecer inerte en el momento que posamos nuestros ojos sobre las líneas que alguna vez perpetró un escritor. Entonces surge el sonido y el color, el aroma y la textura de unos que hechos que conviven en paralelo. O lo harán, cuando el lector así lo permita.
Como esos sueños extraños que tengo y que a veces me poseen: otra realidad surge y toma cuerpo.
«The past is a foreing country. They do things differently there».  

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